Por Julio Roberto Bermúdez

El café resultó ser la bebida maravillosa que aparte de que nos estimula cuerpo y espíritu, previene molestias del colon, aleja la diabetes mellitus tipo 2, y el cáncer en hígado y endometrio. Y, como si fuera invento de alquimistas, es fuente de trabajo e ingresos de 515.000 familias de pequeños productores, la mayoría, que nos proveen el único estimulante no prohibido y al alcance de todos.

Por sus bondades y legalidad, entre caficultores y Gobierno, apoyados por recientes investigaciones de universidades que han establecidos sus virtudes, desde hace cinco años, han puesto en marcha el programa: Toma Café, para fomentar su consumo en la familia, desde los niños mayores de siete años hasta los adultos mayores.

Entre los niños está probada la mayor atención en clase, más vivacidad en sus juegos y mejores resultados en exámenes, (se hicieron pruebas con poblaciones que lo consumían y grupos que no lo hacían en las universidades de Sao Paulo y Rio de Janeiro) comportamientos que se mantuvieron con el paso del tiempo.

Los doctores Jorge Chavarro, U Harvai y Jaakko Toulimento, de la Universidad de Helsinki, expertos en salud pública, señalaron que el consumo moderado de café, de tres a cinco tazas de café al día, disminuye en 21% el riesgo de muerte prematura por causas cardiovasculares, coronarias, cerebrovasculares, isquémicos, fibrilación. Y, las derivadas de la melancolía, agrega el autor.

Existe, además, evidencia moderada de que la ingesta de café está asociada a menores riesgos (28%) de padecer párkinson. Estos estudios y recomendaciones se incorporan, cada cinco años, a la Guía Alimentaria de Estados Unidos, que recomienda consumos nutricionales y saludables.

Los resultados

El programa Toma Café, una alianza entre la Federación Nacional de Cafeteros, la industria torrefactora y algunas marcas de café, a cinco años de su puesta en marcha, destaca que lograron revertir la tendencia contraccionista del consumo que se registró durante veinticinco años, y ha mostrado un crecimiento de 11% en su primer quinquenio, con tendencia a mantenerse en ese rango.

El consumo per cápita de café en Brasil es de cuatro kilos y el de Colombia se estima en tres kilos, aunque no es una cifra cierta porque se cree que parte del café atribuido a consumo se sospecha que puede hacer parte del grano que sale de contrabando. Otra fuente de distorsión de nuestro consumo se origina en que no sabemos, a ciencia cierta, cuanto café se consume en el campo, donde es bebida esencial no solo para la familia sino para sus ocasionales visitantes. Con la  modalidad de ser endulzado con panela, que lo convierte en bebida y alimento, como si se tratara del Red Bull criollo.

Una pequeña historia

Desde hace un poco más de 85 años, los cafeteros han tenido y sostenido su gremio con sus propios aportes y, claro, la ayuda que el Estado le hace al gremio cuando les llega el agua al cuello, considerando su peso económico específico, la ocupación productiva y pacífica de territorio en 15 departamentos y la significación social que tiene la producción insignia.

Pero a nombre de esas 517.000 familias, cuyo ingreso principal son los jornales de la familia a lo largo del año, incluidos los más pequeños que ayudan en la cosecha, se han hecho unas inversiones que muy poco tenían que ver con el cultivo propiamente dicho: Bancos, almacenes de depósito, empresas de seguros, una flota mercante, en cuyo manejo, liquidación y venta los burócratas que las manejaron sacaron utilidades que no beneficiaron a los cultivadores.

La idea de tener en el mercado interno un comprador de 15 a 20 por ciento de la producción total es una solución que se les ocurrió a los brasileños hace un poco más de 25 años, para resolver un problema de sobreoferta y malos precios internacionales. Esperemos que nuestro programa Toma Café, las ventas de la bebida en Juan Valdez, y la búsqueda de una cultura del café, se mantengan, por el bien de los cultivadores y de los consumidores.